Cuando imaginamos el futuro, tendemos a pensar en un lugar diferente al que vivimos en la actualidad. Esta lleno de nuevas tecnologías, ciencia avanzada y quizás una versión más evolucionada de la humanidad.
Pero ¿quiénes son los arquitectos de ese futuro? ¿Quiénes son los autores de las ideas que le darán forma a la realidad que está por venir?
Es tentador llamarlos exploradores que, a través de la inspiración o la casualidad, descubren lo que ha estado escondido.
Esta noción está codificada en nuestro lenguaje. Nosotros hablamos sobre un "descubrimiento" o, su similar en latín, una "invención".
Sin embargo, existe una profesión que tiene un punto de vista diferente.
Para los futurólogos o futuristas, hay patrones, ritmos, señales e indicaciones sobre el futuro que pueden ser comprendidas y medidas aquí y ahora.
"Pienso que hay una falsa dicotomía entre la idea de que podemos predecir el futuro y la idea de que no podemos", señaló el profesor de la Universidad de Oxford, Nick Bostrom, director del Instituto del Futuro de la Humanidad.
"Si llevas una tasa de café a tu boca y tomas (lo que está en su interior), estás implícitamente prediciendo que no está envenenada y que no está tan caliente como para quemarte. Partiendo de ahí, se trata sólo de niveles de predicciones: cómo será el mundo en unos mil años o en un millón de años".
"No hay un punto determinante de cuáles cosas se convierten, de repente, en impredecibles. Es sólo una probabilidad de distribución".
Técnicas
Los futurólogos utilizan una gama de sofisticadas, complejas y, algunas veces, alucinantes técnicas para elaborar sus predicciones.
Análisis de impacto cruzado, Delphis en tiempo real, modelos de decisiones y análisis morfológico son algunas de sus herramientas.
Se trata de un comercio. Corporaciones, gobiernos y organizaciones que pagan grandes sumas de dinero por contar con las visiones de lo que vendrá.
Como cualquier otra profesión, el futurismo tiene sus propias modas e innovaciones.
Uno de los nuevos métodos que ha desatado furor es "mercado de predicciones". Quienes lo usan indican su nivel de confianza o lo opuesto, su percepción de falta de futuro, con respecto a la compra de acciones o sobre la situación de los mercados y las materias primas.
Se supone que los mercados están llenos de sabiduría colectiva de hombres muy inteligentes que tienen interés o conocimiento en un área determinada.
El principio imperativo financiero, en teoría, hace que no basen sus predicciones en afiliaciones políticas, dogmas o el mero deseo de llamar la atención.
No todo el mundo está convencido. "Los mercados de predicción se refiere a lo que ellos llaman inteligencia colectiva, pero yo diría que no", señaló Jerome C Glenn, director de Millennium Project y autor del reporte anual "State of the Future" (Estado del Futuro).
La inteligencia colectiva, explica, es un sistema en el que las ideas son compartidas y repetidamente retroalimentadas entre grupos de personas que han sido escogidas. Ellas filtran, afinan y hacen evolucionar esas ideas.
"(En los mercados de predicción), no hay retroalimentación. Y eso es clave para que la gente reaccione, se retroalimente y pueda pasar al próximo nivel de la inteligencia", indicó Glenn.
A medida de que evolucionan los mercados de predicción, los problemas que conlleva ese método de predicción son mejor entendidos. Una dificultad es que no siempre atraen a las mentes brillantes que se necesitan para que funcione.
Los modelos que buscan predecir si la política externa estadounidense será un éxito, por ejemplo, no necesariamente toman en cuenta a los funcionarios de la Casa Blanca o a diplomáticos del Medio Oriente.
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